Continuamos nuestra EXCURSIÓN bajando de la planicie
en donde están los túmulos , ya mirando al mar.
La
vista en un principio es preciosa, luego nos la tapan los “ocálitos”,
abundantes en esta zona.
Llegaremos, después de un buen rato y una vez atravesado el pueblo de
Vidiago, a lo que llaman la senda costera, aunque en muchos
de sus tramos no se ve la costa…… pero…..así la llaman. Llegarémos decía a LOS BUFONES de Vidiago, llamados de Arenillas.
No
hace mucho, nos dio una clase práctica una geóloga Luna Adrados, y nos explicó
muy bien en qué consisten ,por qué se forman , y cuál es la causa de estos
bufones también llamados por estos lares “bramadorios”. Trataré de explicarlo
más o menos.
La
acción subterránea de los ríos, excavando galerías horizontales por los bajos,
luego la infiltración del agua en la
superficie que genera simas verticales,
dan como resultado la formación de un complejo entramado de conductos en el
interior de este macizo de roca caliza.
Los
bufones se forman cuando una sima alcanza una galería conectada con el
mar. Entonces cuando el mar se pone
furioso y levanta las olas, el mar,
entra a través de la galería y asciende a presión por la sima, y expulsa
además de agua, arena y grava , y dicen que de ahí le viene el nombre de
Arenillas.
Zorrilla, en uno de sus apuros
económicos, pasó unos meses en el 1.882, en casa del indiano Manuel Lamadrid, del que
se había hecho amigo en México.
Tanto la
Casona de Ignacio Villar , como los bufones le dejaron tan impresionado, que escribió sobre ellos ,y el poeta aprovechó para componer la leyenda en
verso “El cantar del romero” y parte de su discurso de ingreso en la Real
Academia Española. Abre el libro el famoso poema “El bufón de Vidiago”.
Llaman a esto un bufón aquí en Vidiago,
porque bufa en verdad y estruendo mete
que da pavura y amenaza estrago:
a mí nombre poner no me compete
a las obras de Dios: lo que aquí hago
es venir a adorar a este boquete
al Dios para quien es la mar un lago,
y este extraño fenómeno un juguete.
Vidiago, setiembre de 1882
José Zorrilla y Moral
Los bufones, no dejan
indiferente. Si el mar está bravo, impresiona ver aquella “olla a expres” de la
naturaleza, bramando como si algo se
estuviera “cociendo” por aquellos bajos marinos.
Bramidos que han dado pie a
muchísimas historias, leyendas, dichos y
anécdotas. …. A veces de amores, o de desamores…..
Y si cuando llegas, el mar está tranquilo, no soy capaz de
explicar lo que se siente en
aquella inmensidad de mar, de acantilados, de formaciones…… en fin, que
recorres las rocas,… escudriñas entre las formaciones y encuentras pequeños
roqueros , a los que no es difícil de bajar y puedes hasta tocar el mar.
Es fácil dejar volar allí
la imaginación y quedarte pensando sobre lo humano y lo divino durante horas.
Encontré un cuento sobre
estos bufones de Arenillas, que escribió Doña Veneranda en el 1.930:
Aunque
conozcamos los bufones de Arenillas, y su camino, siempre gusta volver a
visitar estos sitios tan preciosos que tenemos tan a mano y que a veces no valoramos
lo suficiente.
Seguro
que descubres la siguiente vez que vayas, un camino o sendero, ves un “prao”
que no habías visto, igual se te cruza un raposo, o incluso de pronto asoma
ante ti un bufón, pequeñito a tus pies, soplando para hacerse notar, en el que
nunca te habías fijado.
Entonces,
agradeces el haber ido hasta allí, otra vez y otra y a lo mejor hasta otra…..
seguro que cada vez el sol está distinto y hay algo nuevo que merezca la pena.