Introducción

jueves, 22 de noviembre de 2018

LOS AMORES DE LORENZO Y CATALINA


                                               
         
 
          Cuando el Sol y la Luna se vieron por primera vez, se enamoraron perdidamente y empezaron a vivir un gran amor. Pero llegó el Creador de todas las cosas y decidió que el Sol iluminaría el día y que la Luna iluminaría la noche y tendrían que vivir por siempre separados. La tristeza fue tan total que la Luna no podía con ello, entonces el Creador de todas las cosas le puso como compañía a las estrellas.
                 Hoy  viven separados, el Sol finge que es feliz y la Luna no puede disimular su tristeza. El Sol arde de pasión por ella y ella vive en las tinieblas de su pena. Dicen que el Creador de todas las cosas había planeado que la Luna fuera siempre llena y luminosa, pero no lo pudo llevar a cabo porque resulta que la luna es mujer y una mujer tiene fases. Cuando es feliz, consigue ser llena, pero cuando es infeliz es menguante.
                 Como el Creador de todas las cosas decidió que ningún amor en este mundo podía ser imposible, creó el Eclipse.
                 Hoy el Sol y la Luna, viven esperando este instante.
                 Cuando mires al cielo, a partir de ahora y veas que el Sol cubre a la Luna, es porque el Sol se acuesta sobre ella y comienzan a amarse, a este acto de amor es al que le llamamos Eclipse.
                 Recuerda que el brillo en éste instante es tan grande, que te aconsejan siempre que no mires al cielo en ese momento sin protección, tus ojos pueden cegarse al ver éste amor.             



jueves, 1 de noviembre de 2018

La Torre del Reloj de Salamanca.




En el año 1.755, hubo un terremoto en Lisboa, que fue devastador, según han contado. Por aquél entonces no había manera de medir los terremotos, pero dada su potencia, los que saben de terremotos, hoy, lo han calificado de 9  en la escala de Richter, hubo también un tsunami y todo así es que imaginaros , debió de ser  horroroso.
 Salamanca, no queda tan lejos de Lisboa, de modo que lo notó bien y la población asustada, corrió a refugiarse a la Catedral, casi casi recién acabada, - la habían terminado en el 1.733 -. La construcción resistió perfectamente, aunque algunas figuras de la fachada cayeron al suelo y se hicieron añicos al caer, pero lo más notorio fue en la torre, que se quedó inclinada.


El Cabildo Catedralicio, ordenó que alguien debía de subir a la torre para ver los daños que el terremoto había causado y en caso de no haberlos graves,  y en vista de que no había ninguna víctima , se tocara la campana , incluso de la más alta y externa que es la que se llama la “Torre del Reloj” a la cual sólo se accede desde fuera de la cúpula de la torre.
Dentro de la Catedral, tenía su vivienda una familia encargada de llevar a cabo los distintos toques de campana y mantenimiento de la Catedral en general,  y fue a ellos a quienes se les encomendó para cumplir el edicto del Cabildo. Esta familia se apellidaba Mariquelos.
Como así lo había ordenado el Cabildo, el día 31 de Octubre, subió por primera vez  “El Mariquelo”, para valorar los daños que hubiera podido causar el terremoto. Viendo que solamente se había inclinado la torre y nada más,    subió a la “Torre del Reloj” y tocó las campanas., como así le habían mandado.
Desde éste día, se estableció que cada 31 de Octubre, se subiera a la torre de la Catedral, en agradecimiento a Dios y también por comprobar y medir año tras año la inclinación de la torre para comprobar que  no siguiera inclinándose y así, de modo que se convirtió en una tradición que   se cumplió hasta el año 1.976 año tras años, en el que ya no quedó ningún descendiente de los Mariquelos, y se dejó de subir a la Torre.


En el año 1.985, Angel Rufino, tamborilero de profesión y gran amante de las tradiciones y de su pueblo, ascendió a lo más alto de la Torre de la Catedral Nueva, tocó la campana y trepó hasta la veleta con el tamboril al hombro y agarrado por medio de las piernas a la bola del punto más alto de la catedral y tocó la gaita y el tamboril durante 15 minutos. En ese momento se convirtió en el Mariquelo y a partir de entonces, cada año la víspera de Todos los Santos sube a la Torre. Ahora no toca la campana de la “Torre del Reloj”, porque el Cabildo Catedralicio lo prohibió  en el año 2.009, ya que era muy peligroso y de todas todas, expuesto, pero sube a lo más alto que le dejan y desde ahí toca una charrada. Visto desde abajo, te da un miedo que no veas porque queda altísimo.
           


           Hoy, no se nota mucho la inclinación de la torre porque tuvo que ser reforzada en varias ocasiones por lo que si te fijas en ella, sólo se aprecia la falta de esbeltez.