Antes de
llegar al Monasterio de Tina, hay un barranco con bastante desnivel, y justo en
la ladera existe una gran cueva con vistas al mar.
Cuentan que en esta cueva, vivió hace
muchos….muchísimos años….. un Cuélebre.
Los Cuélebres, suelen ser seres
molestos que viven cerca de sus escondites,
en los bosques casi siempre y en una cueva.
Tienen la fea costumbre de alimentarse de seres humanos, da igual que estén
vivos o muertos y para evitar esto, los
hombres, de toda la vida, le dan de comer pan, o boronas o todo lo que pueden
suministrarle
Su punto débil es la garganta, eso han
dicho siempre, porque el resto del cuerpo, lo tiene cubierto de unas durísimas
escamas, por lo que es una bobada enfrentarse a él..
Como
todos los Cuélebres, tenía la función de guardar un tesoro; nunca hemos sabido en qué consisten
los tesoros guardados por estos seres….si serán lingotes de oro…. O a lo mejor piedras
preciosas….o también y según Óscar sabe casi ya fijo…que , como es el caso del que nos atañe, guardan la
puerta “del otro lado”.
El caso es
que tenía como vecinos “del piso superior”, a los Monjes del Monasterio, que
como le tenían un miedo atróz, le alimentaban con grandísimos panes de centeno,
que amasaban y cocían cada día sólo para él, y en muchas ocasiones,
quitándoselo de comer ellos mismos.
Camino de
Santiago, como es esta ruta, y muy transitada,
pues llegó un día, no se sabe a ciencia cierta si era un Caballero de la Orden del Temple ,
que por aquellas , tenían entre otras cuestiones el de poner
orden en los caminos,…o si sería un
peregrino que se dirigía a Santiago.
El caso, es
que el susodicho, una vez informado del
drama que vivían a diario los monjes, ideó
meter dentro de la hogaza de por la mañana, una piedra calentada al rojo vivo del fuego.
El Cuélebre
que nada sospechó, tomó el pan como todos los días y al sentirse arder por
dentro, bramando como la bestia que era, se tiró ladera abajo, hacia el mar,
creando un surco a su paso, que hoy todavía , vemos , y que ha formado un barranco.
Nunca
encontraron la piedra, por lo que se supone que no la escupió, y que le quedó dentro quemándole todas las
entrañas.
Dicen que
los rugidos y bufonazos eran tales, que por un momento pensaron que la tierra se
precipitaría hacia el mar.
Aún hoy se
escuchan estos bufonazos y los rugidos en las noches en las que hay niebla.
Sigue
enfurecido porque se piensa que los monjes se apoderaron de su tesoro.
Nada se sabe
de ello, ni tan siquiera si los monjes son hoy custodios del mismo tesoro y no
les vemos. Y en silencio, cuidan de la puerta que va “al otro lado”.
Puede ser….
¿por qué no?