Introducción

lunes, 30 de abril de 2018

EL CUÉLEBRE DE TINA


                        


        Antes de llegar al Monasterio de Tina, hay un barranco con bastante desnivel, y justo en la ladera existe una gran cueva con vistas al mar.

        Cuentan que en esta cueva, vivió hace muchos….muchísimos años….. un Cuélebre.
        Los Cuélebres, suelen ser seres molestos  que viven cerca de sus escondites, en los bosques casi siempre  y en una cueva. Tienen la fea costumbre de alimentarse de seres humanos, da igual que estén vivos o muertos  y para evitar esto, los hombres, de toda la vida, le dan de comer pan, o boronas o todo lo que pueden suministrarle

        Su punto débil es la garganta, eso han dicho siempre, porque el resto del cuerpo, lo tiene cubierto de unas durísimas escamas, por lo que es una bobada enfrentarse a él..

         Como todos los Cuélebres, tenía la función de guardar  un tesoro; nunca hemos sabido en qué consisten los tesoros guardados por estos seres….si serán lingotes de oro…. O a lo mejor piedras preciosas….o también  y según  Óscar  sabe casi ya fijo…que ,  como es el caso del que nos atañe, guardan la puerta “del otro lado”.

           El caso es que tenía como vecinos “del piso superior”, a los Monjes del Monasterio, que como le tenían un miedo atróz, le alimentaban con grandísimos panes de centeno, que amasaban y cocían cada día sólo para él, y en muchas ocasiones, quitándoselo de comer ellos mismos.


        Camino de Santiago, como es esta ruta, y muy transitada,  pues llegó un día, no se sabe a ciencia cierta si  era un Caballero de la Orden del Temple , que  por aquellas ,  tenían entre otras cuestiones el de poner orden en los caminos,…o  si sería un peregrino que se dirigía a Santiago.



        El caso, es que  el susodicho, una vez informado del drama que vivían a diario los monjes,  ideó meter dentro de la hogaza de por la mañana, una piedra  calentada  al rojo vivo del fuego.
        El Cuélebre que nada sospechó, tomó el pan como todos los días y al sentirse arder por dentro, bramando como la bestia que era, se tiró ladera abajo, hacia el mar, creando un surco a su paso, que hoy  todavía , vemos , y que ha formado un  barranco.

        Nunca encontraron la piedra, por lo que se supone que no la escupió, y que  le quedó dentro quemándole todas las entrañas.
        Dicen que los rugidos  y bufonazos eran tales, que  por un momento pensaron que la tierra se precipitaría hacia el mar.
        Aún hoy se escuchan estos bufonazos y los rugidos en las noches en las que hay niebla.


        Sigue enfurecido porque se piensa que los monjes se apoderaron  de su tesoro.
        Nada se sabe de ello, ni tan siquiera si los monjes son hoy custodios del mismo tesoro y no les vemos. Y en silencio, cuidan de la puerta que va “al otro lado”.  
        Puede ser…. ¿por qué no?

2 comentarios:

  1. El lugar tiene tanto misterio escondido que tú bello cuento le viene como anillo al dedo. Gracias y un montón de expresiones.
    Besos
    Piedra

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  2. Gracias Miguel.
    Este lugar es un lugar de silencio, y además te trasmite mucha paz. Efectivamente es un sitio misterioso y en muchas ocasiones, aun teniendo el mar pegado, no se le oye. Por eso a veces una piensa si alguien lo acalla.
    Me alegra de que te guste
    Un beso.

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