Introducción

viernes, 13 de octubre de 2017

LA BORBOLLA

                               

         
        Llaman a este precioso Valle de Carranzo, EL VALLE OSCURO.
        Cuentan, los que saben de estas cosas de la Historia, que en la falda del Cuera, , había un antiguo campamento romano, protegido por el Pico Jana, al que ellos le llamaban “Cerro de Ianus”
        Jano, era el dios, que tenía el privilegio de leer el presente y el pasado.  
            
 Y haciendo un poco de recordatorio de lo aprendido en libros…… contar que había aquí en este Valle, una industria metalúrgica. Aquellos artesanos cántabros, utilizaban el carbón que obtenían de los bosques de encinas, que eran tan tupidos por aquellas épocas en estos lugares, lo que le dio el nombre de Oscuro a este valle .

        También dicen los estudiosos, que el nombre de Cuera, podría ser el devenir de una elipsis de “Quercus “, de los romanos….. por qué no!!!!
                        El combustible proporcionado por el Cuera, mezclado al mineral de hierro que el Rio Cabra arrastraba en abundancia, permitió desde los más remotos tiempos, que aquéllas gentes aprendieran a obtener hierro en sus hornos rudimentarios practicados en las concavidades de las rocas. 


                    Hoy, se puede ver en el nacimiento del Río Cabra, restos de molinos, y dicen que aquí había también un batán.
               En un corto tramo, de escasos 5 Km., este río tenía hasta 6 molinos.
             ……los  molinos,  son un legado que nos dejaron nuestros antepasados y  que, poco a poco vemos caer uno tras otro, o desaparecen de la vista, engullidos por la maleza.
                 Eran importantísimos antaño y le dan o daban señas de identidad a nuestros pueblos,  encierran por si solos  un valor simbólico, condenado a la ruina y lo peor de todo al olvido.

                Era la “pequeña industria” que tenían nuestros pueblos.
                Aseguran que probablemente la instalación de los primeros molinos, esté ligada a la fundación de los monasterios de la zona
                Habitualmente eran los “señores” los propietarios de estos molinos. Los labriegos debían de pagar al señor con una parte del grano que querían moler.

                Con los años, la propiedad pasó a órdenes religiosas que ejercieron el control sobre el molino.
                 Fue siempre un elemento muy valorado por los que tenían el poder.
                La mayoría de los molinos de agua, dejaron de funcionar con la llegada de la revolución industrial.
                Y hoy vemos estas ruinas, que nos evocan otros tiempos, mucho más duros de vivir, seguramente , pero  lo que más prevalecía  por aquellos tiempos, desde luego era el ingenio,  de lo que hoy, estamos faltos, …… muy faltos.

                Darse un paseo por el nacimiento del Río Cabra, siempre es gratificante, pues no se sabe bien, si aquella vida que un día hubo por esos sitios, ha dejado sus almas al custodio del lugar, o qué otra cosa será….. pero desde que se oye el río sonar, entre castaños,  entras en un lugar mágico, que tratas de dejar tal y como te lo encontraste, por miedo de perturbar la paz que por esos lugares siempre reina.
               



2 comentarios:

  1. Qué preciosidad mi Ana. Cuento hubiese disfrutado buscando las huellas de esos molinos en vuestra compaña.Besos y bicos.
    Expresiones
    Piedra

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  2. Precioso Miguel. El otoño hace de este lugar, un sitio...totalmente misterioso, dejas volar la imaginación.....y se convierte en un paseo fantástico.....
    Pero espero que me acompañes en cuanto vuelvas a estos entornos nuestros, e iremos a ver el nacimiento del Cabra. Un beso.

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